El arma más eficaz fueron los perros de presa, los lebreles y los perdigueros, los primeros por su fiereza y por estar acostumbrados a morder y no soltar a las piezas que mordía en la caza, jabalís o corzos, los perros de presa eran fundamentalmente mastines o alanos castellanos, perros agresivos acostumbrados a tratar con lobos o incluso con toros en las corridas, los holandeses montaron parte de la Leyenda Negra en unos grabados de Harm der Boer con el seccionamiento de los perros de presa que se extendieron por Europa gracias a la imprenta, entre calvinistas, luteranos y anglicanos, sin haberlo visto nunca y desde Europa, basándose en a usos abusos denunciados por Fray Bartolomé de las Casas que nunca habló de casos iguales pero que sirvieron para deshonrar españoles y descalificar a los perros de los conquistadores leales, los lebreles eran galgos fundamentalmente, con la intención de perseguir a los que huían o perdigueros y por último perros de guardia que avisaban de emboscadas o por la noche
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Los perros de presa se habían utilizado en la guerra por primera vez por los romanos en la conquista de la Península Ibérica y cuentan que los alanos los trajeron a la península los barbaros tras la caída del Imperio Romano de Occidente, luego se utilizaron en la Reconquista contra los musulmanes, porque no estaba bien visto usarlos en las batallas entre cristianos y de allí pasaron a la conquista de América.
Los mastines y los alanos eran tan estimados que les ponían protecciones para el combate y recibían la misma paga que cualquier soldado arcabucero, los hubo muy famosos como Leoncico, Becerrico, Bruto o Amadis, tanto Becerrico como Leoncico eran perros luchadores, Becerrico murió luchando con los caribes en Puerto Rico defendiendo a su capitán Arango cercado, logrado salvarlo pero muriendo de una flecha envenenada y era el padre de Leoncillo que salió de la Española huyendo metido en un barril con Balboa como polizones, el alano Leoncillo gracias a él y su fiereza venció Balboa en el Darién a las tribus hostiles y ello pese a las celadas y las flechas envenenadas de los indios, por lo que recibió soldada, como si fuera otro conquistador. Bruto lucho en la Florida con Hernando de Soto.
Los nativos americanos tenían unos perros pequeños que no sabían ni ladrar ni gruñir y que utilizaban los indios como animales de compañía que llamaban gozques y se usaban como comida y para el sacrificio, que a decir de los españoles eran muy sabrosos..
De la inteligencia de estos perros vale con una salvaje broma de los conquistadores, se cuenta que estando estos aburridos, mandaron a una anciana india con un mensaje falso y luego lanzaran a Becerrico contra la mujer, pero ella cuando llegó el animal, no se asustó y calmada le dijo: "Mire usted, señor perro, que yo no soy mala que solo voy con un mensaje de su amo, quiero que me deje pasar y no.me haga daño". Becerrico olió a la anciana y al papel y con las mismas tranquilo se volvió donde estaban los españoles.
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