La Carrera de Indias concluyó con la última Flota de Indias en 1775, se liberalizó el comercio con ultramar en el Reglamento de Libre Comercio de 1778. Las circunstancias que aconsejaron a Carlos III el cambio de política fueron:
- La necesidad de comunicaciones permanentes entre España y sus posesiones y entre ellas, tanto en forma de correo permanente, como mercantil intentando evitar los retrasos que suponían las Flotas de Indias para todo tipo de comercio.
- La imperiosa necesidad de abrir el comercio a otros puertos que hiciese más ágil el tráfico mercantil
- La imposibilidad de atender la construcción mercante demandada, a la cual España estaba imposibilitada de setisfacer
- El extender el comercio lucrativo a empresas privadas, en los que la monarquía era accionista mayoritario, o sea el comercio de ultramar.
- Aumentar la recaudación impositiva por derechos de embarque y fletes a distintos puertos, además de la carga impositiva a las distintas compañías y compensar los costes de mantener una Armada Real actualizada.
La llegada de la Monarquía de los Borbones a España se tradujo en la normativa del Consejo de Indias en la Real Pragmática de 1720 que aprobaba "El proyecto para los Galeones y las Flotas del Perú y Nueva España" para los barcos de registro y el aviso para que navegasen entre ambos virreinatos, estableciendo las fechas de partida de las flotas entre los ambos virreinatos, regulándose los fletes y los derechos de entrada y salida, posibilitando la mayor construcción naval, así proliferaron las licencias para los barcos de registro, se posibilitaron Compañías Mercantiles Privilegiadas, creándose la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728, la Compañía de la Habana en 1740 y la Real Compañía de Filipinas en 1785. El promotor fundamental fue José Patiño y con las nuevas empresas que tenían régimen monopolista, se consiguió disminuir el contrabando. Se nacionalizó el tráfico negrero que supuso un gran perjuicio para España a partir de los acuerdos del tratado de Utrech y tras la Guerra del Asiento y en este tráfico radica la riqueza catalana, donde personajes como el conde Guell o el marques de Comillas formaron una de esas familias que rigieron durante años los acontecimientos a un lado y otro del océano.
- La necesidad de comunicaciones permanentes entre España y sus posesiones y entre ellas, tanto en forma de correo permanente, como mercantil intentando evitar los retrasos que suponían las Flotas de Indias para todo tipo de comercio.
- La imperiosa necesidad de abrir el comercio a otros puertos que hiciese más ágil el tráfico mercantil
- La imposibilidad de atender la construcción mercante demandada, a la cual España estaba imposibilitada de setisfacer
- El extender el comercio lucrativo a empresas privadas, en los que la monarquía era accionista mayoritario, o sea el comercio de ultramar.
- Aumentar la recaudación impositiva por derechos de embarque y fletes a distintos puertos, además de la carga impositiva a las distintas compañías y compensar los costes de mantener una Armada Real actualizada.
La llegada de la Monarquía de los Borbones a España se tradujo en la normativa del Consejo de Indias en la Real Pragmática de 1720 que aprobaba "El proyecto para los Galeones y las Flotas del Perú y Nueva España" para los barcos de registro y el aviso para que navegasen entre ambos virreinatos, estableciendo las fechas de partida de las flotas entre los ambos virreinatos, regulándose los fletes y los derechos de entrada y salida, posibilitando la mayor construcción naval, así proliferaron las licencias para los barcos de registro, se posibilitaron Compañías Mercantiles Privilegiadas, creándose la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728, la Compañía de la Habana en 1740 y la Real Compañía de Filipinas en 1785. El promotor fundamental fue José Patiño y con las nuevas empresas que tenían régimen monopolista, se consiguió disminuir el contrabando. Se nacionalizó el tráfico negrero que supuso un gran perjuicio para España a partir de los acuerdos del tratado de Utrech y tras la Guerra del Asiento y en este tráfico radica la riqueza catalana, donde personajes como el conde Guell o el marques de Comillas formaron una de esas familias que rigieron durante años los acontecimientos a un lado y otro del océano.
Al termino de la Guerra de Sucesión, Inglaterra consiguió unos privilegios comerciales en la América Hispana como fue el asiento de africanos en aquel comercio inhumano de esclavos, la duración del acuerdo era de una treintena de años y como no querían terminar con ese privilegio se produjo la Guerra del Asiento o de la Oreja de Jenkins entre Inglaterra y España. ¡El negocio de los negreros había florecido en América!.
Este odioso negocio estaba vigente y los burgueses catalanes pudieron emigrar libremente a América en contra de lo que se quejaban, pero que gracias a los Decretos de Nueva Planta de Felipe V pudieron ir y se hicieron dueños de distintos sectores de la producción, pero partiendo de un negocio base, el comercio negrero que duro desde el siglo XVIII a finales del XIX, pues a pesar de las hipócritas leyes abolicionistas inglesas los españoles siguieron con ese terrible comercio de carne humana en Cuba y Puerto Rico y que por ser ilegal fue mucho más lucrativo. Había una coplilla entre los esclavos cubanos que decía :
El Reglamento y Aranceles Reales para el Libre Comercio entre España e Indias de Carlos III en 1778, abrió el comercio con ultramar a 13 puertos españoles y 27 Americanos, continuando con el Decreto de 1797 de barcos neutrales de Carlos IV, por el que se permitía comerciar a otros países europeos. Gracias a estas disposiciones los puertos de Bilbao, Barcelona y Valencia se convirtieron en importantes puertos comerciales respecto a Europa.
En el fondo de un barranco
decía un negro con afán:
"Quien pudiera ser blanco
aunque fuera catalán".
No hay comentarios:
Publicar un comentario