Cuando Francisco Pizarro trazó la raya y dijo: " A este lado se va a la pobreza y al otro a la riqueza" en las puertas de iniciar la conquista del Imperio Inca y solo trece de los que allí estaban cruzaron la raya, no imaginaba la razón que le asistía, ellos fueron los " Trece de la Fama" que consiguieron con él honores y riquezas inconmensurables en los territorios de los Incas.
Pizarro, sobrino de Hernán Cortés, ya demostró la pasta de que estaba hecho cuando ejecutó a Vasco Nuñez de Balboa, descubridor del Pacífico, conpañero y amigo suyo, bajo las ordenes del gobernador de Castilla de Oro, Pedrarias Davila (Pedro Arias de Avila, casado con Beatriz la intima amiga de Isabel la Católica y judio converso), personaje particularmente influyente y cruel, por un enfrentamiento entre los dos, uno conciliador con los indios y el otro despiadado con ellos en Panamá.
A Pizarro habían llegado historias de los indios sobre las riquezas de "Birú" (transformado en Perú por los castellanos) y convenció a Diego de Almagro y a Hernando de Luque, para su exploración y conquista del nuevo territorio. Este primer intento fue un fracaso y mandó a Almagro para pedir refuerzos, a lo que contestó el gobernador que volvieran, fue entonces cuando aconteció el suceso de los "Trece de la Fama", en la isla del Gallo.
Antes de iniciar la incursión armada Pizarro pasó por Toledo, España, para firmar con la reina de Carlos I y V del Sacro Imperio, Isabel de Portugal, las capitulaciones de la futura conquista, obteniendo de la monarquía los nombramientos de hidalgos para los Trece de la Fama.
Cuando Pizarro inicia la conquista con muy pocos efectivos, el imperio Inca está debilitado por la guerra civil entre Atahualpa y su hermano Huascar. Las dificultades que soportaron los españoles se vuelven legendarias cuando en Cajamarca hacen preso al Inca Atahualpa, sin una baja y teniendo enfrente más de treinta mil incas, al pillarlos por sorpresa en lo que luego fue la Plaza de Armas de la ciudad .
Pizarro, a pesar de prometer al Inca su liberación, si conseguía llenar de oro y plata la estancia donde estaba preso, cosa que hizo a pesar de ir vaciando de vez en cuando, le acusó de matar a su hermano Huascar y le aplicaron garrote por convertirse al catolicismo en vez de llevarle a la hoguera. Todo ello por el miedo a los guerreros incas que les rodeaban, una acción poco digna, demostrando sus escasos escrúpulos cuando se trataba de conseguir sus ambiciosos objetivos.
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