A comienzos del siglo XVIII se hizo evidente la necesidad de una renovación de la flota española, la Carrera de Indias iba escoltada por barcos franceses, unido con la presencia británica en el cinturón de islas caribeñas y la mayor importancia de la Royal Navy que ya había creado los navíos de línea, barcos de tres mástiles, velas cuadras y varías cubiertas o puentes de cañones, el Santísima Trinidad llegó a tener cuatro cubiertas con un total de cerca de 140 bocas de fuego.
El primer Borbón en España, Felipe V, designó al ministro Patiño, después de la toma de Barcelona en la Guerra de Sucesión, como responsable de Indias y Marina, con el encargo de reorganizar la situación.
La primera medida como Intendente General de Marina y Presidente del Tribunal de la Casa de Contratación fue trasladar el puerto y Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, por ser más operativo. Posteriormente estableció el primer astillero donde trabajaban carpinteros de ribera e ingenieros en un sitio resguardado de posibles ataques desde el mar, convirtiéndolo en todo un complejo industrial, La Carraca, los cañones se fabricaban en Sevilla u otro lugar con fundiciones y distribuyó otros astilleros por la península y América, Pasajes, El Ferrol, Cartagena. la Habana y otros. Fundó la Real Escuela y sus Compañías de Guardamarinas en la citada ciudad con los profesores más cualificados en geometría, astronomía, matemáticas, navegación, etc., además del Real Observatorio de la Armada sito también en Cádiz. En total en su época se construyeron 33 navíos de líneas y 7 fragatas.
Le sucedió a José Patiño el Marqués de la Ensenada, otro ilustrado, que terminó la labor de la remozada Armada Española incrementando las escuadras de la flota española con 60 navíos de línea y 65 fragatas.
Los navíos solían tener entre 60 y 70 cañones distribuidos en dos niveles o puentes, en algunas ocasiones tres, pero hubo un caso singular en la Armada que fue el Santísima Trinidad, "El Escorial de los mares", que tuvo cuatro puentes y estuvo dotado de hasta ciento cuarenta bocas de fuego, colocando los cañones más pesados en las cubiertas más bajas, para nivelar el peso e ir disminuyendo su peso según cubiertas, era poco marinero y torpe en sus maniobras lo que le hacia presa deseada de los barcos enemigos, se vio en el combate del Cabo San Vicente que estuvo a punto de ser capturado, si no hubiera sido por el Infante Don Pelayo que acudió en su auxilio, fue botado en el puerto de la Habana, construido con maderas de caoba y hundido en Trafalgar y con él, la historia de nuestra armada y nuestro imperio.
Los ingenieros navales españoles diseñaron navíos más veloces que los ingleses, fueron marinos como Jorge Juan y José Antonio de Gaztañeta que los construyeron en capas de madera de roble o encina superpuestas y rellenas de estopa, entre ellas, y con planchas de cobre de protección contra la artillería enemiga. Gaztañeta sentó las proporciones de los navíos en los astilleros de Vizcaya y Cantabría, alargando la eslora de los navíos y proporcionando la manga a ella, así como el puntal, proporciones que siguieron los nuevos buques construidos en los astilleros franceses e ingleses después. Jorge Juan junto con Antonio de Ulloa midió en Perú el arco del meridiano en el Ecuador con una expedición francesa, demostrando que la tierra no era una esfera, sino que estaba achatada en los Polos, gracias a su investigación fueron nombrados miembros de la Royal Society en Londres.
Jorge Juan tuvo el encargo de ejercer de espía en Inglaterra por el Marqués de la Ensenada, y apoyándose en jacobinos, partidarios de la dinastía Estuardo, y católicos pudo trasladar a varios profesionales de la construcción de los buques de línea y de la artillería de la armada inglesa y empezar en los astilleros españoles a construir navíos de línea al estilo británico.
Antonio de Ulloa fue el primero de los españoles en seguir y leer los escritos de Isaac Newton, conocimientos que explicó en la escuela de Guardía Marinas.
En esta relación de marinos ilustrados celebres no se puede uno olvidar del héroe de Trafalgar, Cosme Damián Churruca, que murió en le San Juan Nepomuceno, después de perder una pierna y pedir un barril de arena para mantenerse en pie, pero que fue un gran matemático que estudió la corrección de tiro artillero de los buques de la Armada, teoría matemática que también se enseñó en la escuela de Guardiamarinas de la Armada.
La bandera de los navíos españoles cambiaron cuando tuvieron varios incidentes debido a la coincidencia del estandarte con el francés, ambos de la dinastía de los Borbones, razón por la cual en 1785 se cambió por la Roja y Gualda para distinguir los barcos de la Armada, de los navíos franceses, fue más tarde sobre todo en la Guerra de Independencia cuando se transformó la Bandera de España.
La actividad de la Carrera de Indias concluyó con la última Flota de Indias en 1775, se había liberalizado el comercio con América y fueron los barcos de la Armada los que trasportaron el Quinto Real o Diezmo Real según los casos, pues los ingresos del Tesoro fue disminuyendo en función de la riqueza de extracción de plata.
Las circunstancias que terminaron con la Carrera de Indías y la privatización del comercio, fueron:
- La necesidad de comunicaciones permanentes entre España y sus posesiones.
- La imperiosa necesidad de abrir el comercio a otros puertos
- La imposibilidad de atender la construcción mercante demandada
- El extender el comercio interterritorial sin pasar por la Casa de Contratación.
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El primer Borbón en España, Felipe V, designó al ministro Patiño, después de la toma de Barcelona en la Guerra de Sucesión, como responsable de Indias y Marina, con el encargo de reorganizar la situación.
La primera medida como Intendente General de Marina y Presidente del Tribunal de la Casa de Contratación fue trasladar el puerto y Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, por ser más operativo. Posteriormente estableció el primer astillero donde trabajaban carpinteros de ribera e ingenieros en un sitio resguardado de posibles ataques desde el mar, convirtiéndolo en todo un complejo industrial, La Carraca, los cañones se fabricaban en Sevilla u otro lugar con fundiciones y distribuyó otros astilleros por la península y América, Pasajes, El Ferrol, Cartagena. la Habana y otros. Fundó la Real Escuela y sus Compañías de Guardamarinas en la citada ciudad con los profesores más cualificados en geometría, astronomía, matemáticas, navegación, etc., además del Real Observatorio de la Armada sito también en Cádiz. En total en su época se construyeron 33 navíos de líneas y 7 fragatas.
Le sucedió a José Patiño el Marqués de la Ensenada, otro ilustrado, que terminó la labor de la remozada Armada Española incrementando las escuadras de la flota española con 60 navíos de línea y 65 fragatas.
Los navíos solían tener entre 60 y 70 cañones distribuidos en dos niveles o puentes, en algunas ocasiones tres, pero hubo un caso singular en la Armada que fue el Santísima Trinidad, "El Escorial de los mares", que tuvo cuatro puentes y estuvo dotado de hasta ciento cuarenta bocas de fuego, colocando los cañones más pesados en las cubiertas más bajas, para nivelar el peso e ir disminuyendo su peso según cubiertas, era poco marinero y torpe en sus maniobras lo que le hacia presa deseada de los barcos enemigos, se vio en el combate del Cabo San Vicente que estuvo a punto de ser capturado, si no hubiera sido por el Infante Don Pelayo que acudió en su auxilio, fue botado en el puerto de la Habana, construido con maderas de caoba y hundido en Trafalgar y con él, la historia de nuestra armada y nuestro imperio.
Los ingenieros navales españoles diseñaron navíos más veloces que los ingleses, fueron marinos como Jorge Juan y José Antonio de Gaztañeta que los construyeron en capas de madera de roble o encina superpuestas y rellenas de estopa, entre ellas, y con planchas de cobre de protección contra la artillería enemiga. Gaztañeta sentó las proporciones de los navíos en los astilleros de Vizcaya y Cantabría, alargando la eslora de los navíos y proporcionando la manga a ella, así como el puntal, proporciones que siguieron los nuevos buques construidos en los astilleros franceses e ingleses después. Jorge Juan junto con Antonio de Ulloa midió en Perú el arco del meridiano en el Ecuador con una expedición francesa, demostrando que la tierra no era una esfera, sino que estaba achatada en los Polos, gracias a su investigación fueron nombrados miembros de la Royal Society en Londres.
Jorge Juan tuvo el encargo de ejercer de espía en Inglaterra por el Marqués de la Ensenada, y apoyándose en jacobinos, partidarios de la dinastía Estuardo, y católicos pudo trasladar a varios profesionales de la construcción de los buques de línea y de la artillería de la armada inglesa y empezar en los astilleros españoles a construir navíos de línea al estilo británico.
Antonio de Ulloa fue el primero de los españoles en seguir y leer los escritos de Isaac Newton, conocimientos que explicó en la escuela de Guardía Marinas.
En esta relación de marinos ilustrados celebres no se puede uno olvidar del héroe de Trafalgar, Cosme Damián Churruca, que murió en le San Juan Nepomuceno, después de perder una pierna y pedir un barril de arena para mantenerse en pie, pero que fue un gran matemático que estudió la corrección de tiro artillero de los buques de la Armada, teoría matemática que también se enseñó en la escuela de Guardiamarinas de la Armada.
La bandera de los navíos españoles cambiaron cuando tuvieron varios incidentes debido a la coincidencia del estandarte con el francés, ambos de la dinastía de los Borbones, razón por la cual en 1785 se cambió por la Roja y Gualda para distinguir los barcos de la Armada, de los navíos franceses, fue más tarde sobre todo en la Guerra de Independencia cuando se transformó la Bandera de España.
La actividad de la Carrera de Indias concluyó con la última Flota de Indias en 1775, se había liberalizado el comercio con América y fueron los barcos de la Armada los que trasportaron el Quinto Real o Diezmo Real según los casos, pues los ingresos del Tesoro fue disminuyendo en función de la riqueza de extracción de plata.
Las circunstancias que terminaron con la Carrera de Indías y la privatización del comercio, fueron:
- La necesidad de comunicaciones permanentes entre España y sus posesiones.
- La imperiosa necesidad de abrir el comercio a otros puertos
- La imposibilidad de atender la construcción mercante demandada
- El extender el comercio interterritorial sin pasar por la Casa de Contratación.
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